Hace mucho tiempo aprendí que los cambios no tienen por qué ser malos. Cuando nos aferramos a algo, o a alguien, corremos el riesgo de que su pérdida suponga un duro golpe en nuestra vida, y en nuestra salud. Obviamente, ni podemos ni debemos dejar de coger cariño a las personas, el amor es uno de los pilares de este mundo, pero sí podemos dejar de tener demasiado apego hacia las cosas materiales y, por supuesto, estar dispuestos a adaptarnos al cambio.
Sigue leyendo