En ocasiones la mejor alternativa a un mal no consiste en tomar una medicación, sino en relajarse, en alejarse de todo aquello que nos estresa y tomarnos la vida con un poco más de tranquilidad. Los efectos de una actuación así pueden llegar a ser mucho mejores de lo que nos imaginamos. Tanto es así que el simple hecho de relajarnos nos puede proporcionar una felicidad que creíamos perdida.