En la tercera edad necesitamos cuidar al enfermo y al cuidador

En nuestro país, un porcentaje muy amplio de personas de la tercera edad son, por unas circunstancias u otras, dependientes como resultado de un proceso biológico y natural de envejecimiento, en unos casos a nivel físico con problemas degenerativos derivados de trastornos óseos o musculares, en otros casos a nivel cognitivo e intelectual tras el diagnóstico de enfermedades como el Alzhéimer o una demencia senil e incluso puede suceder que en determinados pacientes se unan todas estas dolencias. 

En estos casos el papel desempeñado por el cuidador es básico y esencial, un papel que, en muchos casos, es desempeñado por algún familiar cercano, siendo tradicionalmente las mujeres las que dentro del hogar se hacían y/o hacen cargo de prestar la atención y cuidados necesarios a la persona enferma, pero no de forma única y exclusiva, pues posiblemente esta cuidadora familiar tenga además otras responsabilidades añadidas como pueden ser los hijos, el trabajo fuera de casa, la limpieza de la casa, el cuidado del hogar…, lo que hace que el cuidador dedique todo su tiempo, atención y energía al cuidado del enfermo y se olvide de sí mismo y de sus necesidades, tanto físicas como emocionales o sociales.

Es por este motivo por el que ahí vemos la gran importancia que tiene cuidar tanto al enfermo como al cuidador y es que esto no se convierte, aunque sea de forma temporal, en el único trabajo del cuidador, sino que, como os decimos, es uno más. Por ello, para dar un respiro a estos cuidadores de los que os hablamos y que muchos de vosotros sois, nosotros os recomendamos que recurráis a los servicios del Servicio de atención domiciliaria Cuidado en casa, una empresa de ayuda a domicilio para personas mayores que entre los servicios que puede realizar, algunos de los más destacados son la preparación de comidas, llevar a cabo un seguimiento sanitario, hacer un acompañamiento en compras, trámites, paseos, prestar una ayuda personal y atención del hogar, etc. 

Uno de los principales problemas anímicos o emocionales a los que se puede enfrentar el cuidador son la falta de tiempo libre para sí mismo, falta de libertad, aislamiento, incomprensión social, etc. lo que a su vez puede llegar a ocasionar un cuadro de ansiedad, depresión, decaimiento, melancolía, insomnio, desgana, apatía, desinterés, etc. El cuidador necesita de atención, dedicación y consejos médicos para disminuir su carga física, psicológica y emocional, por ello se le debe inculcar que pedir ayuda nunca es un signo de debilidad, sino más bien, una parada en el largo y áspero camino para tomar nuevos bríos, nuevos aires y continuar el viaje con una energía y fortaleza renovada.   

En las personas diagnosticadas de Alzheimer es sumamente importante el mantenimiento de unas rutinas diarias, puesto que, para ellos adaptarse a los cambios, a las novedades, conlleva una gran dificultad, porque justamente las demencias lo que implican en una disminución de la capacidad de aprendizaje y el olvido de la información más reciente. Una rutina ordenada y repetitiva, realizando siempre las mismas actividades a la misma hora y el mismo día de la semana, ayudará a que el enfermo se desenvuelva mejor, que sea autónomo durante más tiempo, favorece la orientación espacial, le aporta seguridad y confianza en sí mismo, etc. Importante en este caso son, por ejemplo, intentar levantarse o acostarse todos los días a la misma hora, el aseo personal y vestirse, realizar algún tipo de gimnasia diaria, el menú semanal, las compras, la toma de medicación, el horario de paseo, etc. Todo ello facilitará y simplificará, a su vez, el trabajo del cuidador lo que le llevará a sentir que mantiene la situación bajo control y que puede tener más tiempo libre para dedicarse a sí mismo.   

¿Podemos mejorar la memoria de las personas con Alzheimer?

La respuesta es clara, sí, puesto que existen técnicas para mejorar la memoria en las personas con Alzheimer y, de todas ellas destacan:

  • Intentar recordar los hechos cotidianos y más recientes como lo qué se ha comido, a qué personas ha visto, qué actividades ha realizado. Intentar que recuerde los ingredientes de la comida.    
  • Realizar juegos de memoria con sopa de letras, palabras, números, frases, imágenes…
  • Realizar juegos de mesa, como cartas, parchís, etc. para intentar mantener su atención y recordar la jugada.
  • Repetición de números, palabras, dibujos… para ejercitar la memoria.
  • Completar palabras, frases, pequeñas operaciones aritméticas de suma, resta…
  • Leer con ellos y comentar revistas, periódicos, para intentar mantener su atención.
  • Cantar alguna canción que le traiga recuerdos, revisar fotografías de familiares e intentar que recuerde sus nombres…  
  • Preguntas sobre su ciudad, su barrio, la vivienda donde se encuentra…

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