Entendemos por dieta saludable una dieta variada y equilibrada en la que se incluyen alimentos de todos los grupos alimentarios sin excluir ni abusar de ninguno de ellos, y que nos aporta la energía necesaria para vivir y por tanto para realizar nuestra actividad física diaria. Esta actividad física a lo largo de nuestra vida va variando, del mismo modo que las necesidades o cantidades de alimentos, así como también los gustos o intolerancias hacia determinados alimentos y, con ello, la dieta va cambiando con los años. Nuestros mayores, además, debido al proceso natural de envejecimiento presentan una serie de cambios fisiológicos que pueden afectar a su alimentación, como pueden ser:
- Disminución de las secreciones digestivas, lo que provoca un retraso en las digestiones y una reducción en la absorción de nutrientes presentes en los alimentos. Esto puede ocasionar un déficit de proteínas, hierro, calcio, vitaminas, etc.
- Disminución en la producción de saliva, lo que se conoce en términos médicos como hiposalivación o xerostomía y, en términos vulgares, como boca seca. La saliva tiene un papel fundamental en la preparación de los alimentos para que puedan ser tragados, ya que prepara el bolo alimenticio para facilitar su deglución y tránsito a través del tubo digestivo, evitando así el atragantamiento.
- Pérdida de olfato y sensibilidad gustativa, para poder apreciar con claridad los sabores dulces y salados, lo que provoca que a veces los alimentos los tomen o demasiado dulces o demasiado salados.
- Dificultad para masticar bien los alimentos, por falta de algunas piezas dentales o, incluso en algunos casos, de la dentadura completa. Por ello, desde CML Odontólogos nos recuerdan que es totalmente indispensable realizar una revisión periódica bucal o que visitemos al dentista ante cualquier tipo de patología bucal que se presente. Esto se ha de hacer con el objeto de conservar los dientes de todas las personas en perfecto estado, previniendo cualquier patología bucodental que se pueda presentar o colocando, mediante implantes, las piezas dentales perdidas, incluso cuando exista pérdida ósea.
Por todo ello, a veces se hace necesario introducir algunos cambios en los hábitos de alimentación de nuestros mayores, de tal forma que se adecúen las necesidades alimenticias de cada persona a la actividad física y gasto energético que realiza. Como norma general, podemos señalar las siguientes pautas:
- Se recomienda que las proteínas constituyan un 20% de la dieta, intentando mantener un equilibrio al 50% entre las de origen animal, como carnes, pescados, lácteos o huevos, y las de origen vegetal.
- Los hidratos de carbono deben representar entre un 50 y un 60% de las calorías totales diarias, encontrándose principalmente en los cereales, frutas, hortalizas, legumbres…
- Las grasas, en general, sería conveniente que representaran un 25% de la dieta, aunque las grasas saturadas de procedencia animal como embutidos, queso, mantequilla, leche entera, etc. no se aconseja que sobrepasen el 10% por sus consecuencias negativas sobre el colesterol y el corazón. Hay que intentar incrementar el consumo de alimentos como pollo, sardina, caballa, atún, etc. y aceites naturales para cocinar o aderezar como el aceite de oliva.
- Las vitaminas son importantísimas en todas las edades de la vida, y en esta especialmente. En muchos casos presentan una deficiencia de vitamina D, debido a su escasa exposición solar por sus muchos problemas de movilidad. Por ello es interesante el consumo de alimentos ricos en vitaminas A, B, C y D, presentes sobre todo en frutas, verduras, hortalizas, lácteos y pescados pequeños.
- Como norma general se debe moderar el consumo de azúcar, presente en alimentos de pastelería, golosinas, dulces…, así como los alimentos salados, condimentos fuertes o picantes y la ingesta de bebidas alcohólicas, estimulantes o carbonatadas.
- Es muy importante beber líquidos a intervalos regulares, aunque no tenga sed, en una cantidad superior a un litro al día. La bebida puede ser agua, zumos, infusiones, caldos, etc.
- Es aconsejable repartir la cantidad de comida diaria en más tomas, realizando cuatro o cinco comidas al día, y tomando en cada una de ellas una menor cantidad de alimentos, procurando que la cena sea la menos copiosa.
¿Qué ocurre si se come de forma incorrecta?
Una alimentación incorrecta, desequilibrada o insuficiente que se prolongue demasiado en el tiempo puede dar lugar a una malnutrición. Un problema serio que muchas veces, en las personas mayores, puede estar ocasionada por problemas económicos, de soledad o incluso ocultando un problema de depresión. Además, en otros casos, también muy habituales, esto se debe a enfermedades como el Alzheimer que, unidos a la soledad, hacen que la persona coma mal durante largos periodos de tiempo.