Da igual que tu padre, abuelo o que un conocido tuyo tenga pérdida de audición porque jamás vas a entender lo que eso significa realmente hasta que no te pasa a ti. Yo empecé a darme cuenta poco antes de jubilarme y lo más triste es que todos se habían dado cuenta antes que yo. No sabéis qué rabia da eso…
Si ponía la televisión más alta o no yo, obviamente, no lo sé, porque bajo mi punto de vista yo ponía la tele al mismo volumen de siempre (aunque no fuera así) y nadie en casa me había dicho lo contrario, imagino que por prudencia o porque aún no era demasiado exagerado. En la oficina debe ser que tampoco había nadie lo suficientemente valiente como para decirme nada, pero al final me di de bruces contra la pared cuando mi secretaria cogió la baja por maternidad y pusieron a una chica nueva de sustituta.
Así es como yo me di cuenta…
La joven entraba en el despacho, se quedaba parada justo detrás de la mesa y empezaba a hablar leyendo de su agenda. Yo intentaba seguirle el hilo pero era completamente imposible, no me enteraba de nada pero me sabía mal insinuarle que hablaba muy bajito porque era una chica súper tímida. Pero claro, había un problema: no le entendía ni la mitad de lo que decía y a veces tenía reuniones de las que no me enteraba bien o me pasaban llamadas de personas que no tenía ni idea de quienes eran. Llegados a este punto empecé a quejarme entre mis colegas, cuando íbamos al café, a la salida del trabajo, etc. Les decía que me gustaba mucho cómo trabajaba la chica porque era muy aplicada y se esforzaba, pero que hablaba tan bajito que no le entendía nada. Mis compañeros se miraban entre sí pero nada más, nadie se atrevió a ser sincero conmigo, nunca, hasta que un día me llamó el director a la oficina y me hizo sentarme delante de él.
- Oye Mariano – me dijo – ¿tú no te has dado cuenta de que últimamente no oyes bien?
- ¿No oigo bien? –pregunté asombrado
- No, cada vez hay que gritarte más y parece que no te enteras.
- ¿Lo dices por Luisa? –pregunté yo refiriéndome a la nueva secretaria – Es que habla muy bajito y no la entiendo. Con Ana (mi secretaria de toda la vida) no me ocurre lo mismo.
- Claro, porque Ana te conoce y cada día elevaba un poco más la voz, pero esta chica no lo sabe y te habla a un volumen normal, por eso no la oyes…
Blanco me quedé, helado, patidifuso, anonadado, bocabadat… Y así es cómo yo supe que me estaba quedando sordo. Si veis la cara de “lelo” que se me quedó os estáis riendo hasta el año que viene…
Luego le eché en cara a toda mi familia y compañeros del trabajo que no me dijeran nada y la mayoría se lo tomó a cachondeo, se partían de risa… Hasta fui a pedirle disculpas a Luisa, a pesar de que yo a ella nunca le había dicho nada, y la joven me sonrió sin darle importancia. Imagino que habrá gente que sienta vergüenza cuando le pase algo así, pero no es mi caso, si pierdo audición no es mi culpa, no puedo hacer nada por evitarlo… Lo que me molestó es que nadie me dijera nada.
Ahora hay personas que, cuando les cuento alguna anécdota que me ha ocurrido por culpa de mi estado, me dicen que entienden lo que me pasa y son personas que escuchan perfectamente… No pueden entenderlo, es imposible, y por eso me entran ganas de estamparlos contra la pared… ¿Cómo van a saber ellos como me siento si no tienen el mismo problema? Más les valdría quedarse callados…
Obviamente me compré estos audífonos en Madrid después de ir al otorrino y ahora el problema ha desaparecido, más o menos, porque como tengo la cabeza también un poco desgastada a veces olvido ponérmelos y entonces es todo un desastre total. Personalmente acabé en ese centro auditivo, Innovaudio, porque me lo recomendaron unos conocidos míos pero sino os pilla cerca os recomiendo que vayáis a Gaes, son los mejores y los más especializados. No conozco todos los centros pero sé que entre Castellón y Valencia hay uno muy bueno: gaesivsordera.es, que es donde pensaba ir yo hasta que me recomendaron Innovaudio en Madrid y me acerqué aprovechando un viaje de negocios.
Ahora es todo mucho más cómodo porque estando en casa no sufro los problemas de no escuchar lo que hablan en la oficina y cosas así (algo bueno tendría que tener la jubilación), pero si os pasa algo similar no sintáis vergüenza, no es culpa vuestra, y es ridículo estar sufriendo cuando hay soluciones al alcance de nuestras manos.