En el siglo pasado las neurociencias cobraron una excepcional relevancia que ha dado como resultado un mayor conocimiento sobre el cerebro humano y su funcionamiento. Si bien esta parte del cuerpo humano sigue siendo un enigma en gran medida, gracias a las neurociencias y disciplinas como la piscología, somos capaces de comprender muchos de los problemas que al cerebro y la mente se asocian directamente. Aspectos como la emocionalidad o la cognición son tratados directamente por estas disciplinas científicas y médicas.
Por un lado, encontramos la psicología, con una gran aceptación y conocimiento por la sociedad y, por otro, la neuropsicología que, sin ser una recién llegada, sus aplicaciones están siendo más aceptadas y conocidas en las últimas décadas. Para muchos, estas disciplinas pueden parecer una misma llamada de dos maneras diferentes, sin embargo, como nos indican los profesionales de NEA equipo del Dr. Casariego que abarcan campos tan interesantes como la neurología, la psiquiatría o estas de las que hablamos, cada una de las ramas, se encarga de una serie de aspectos concretos. En este artículo vamos a ver las diferencias de estas dos interesantes disciplinas para conocer un poquito mejor el enfoque que cada una de ellas, hace sobre el cerebro humano y, en qué medida pueden ayudarnos a enfrentar ciertos problemas.
Si bien la psicología nace de la necesidad de conocer y entender al ser humano, con el paso del tiempo y los avances que gracias a ella se han realizado, se han ido desarrollando especialidades que crecen en función del área de estudio en el que se centran. De tal manera que a razón del enfoque, surge una mayor especialización y, por ende, incrementan esas interrogantes que nos planteamos. Dentro de este contexto de especialización, surgen las dos ramas de las que hablamos, cuyos puntos en común, proceden de aspectos diferentes o viceversa, haciendo que ambas se complementen en numerosas ocasiones. Aunque se trata de enfoques independientes que pueden trabajar con el individuo sin necesidad de hacerlo en conjunto.
Psicología clínica, la madre de la neuropsicología
Se considera que la psicología clínica, surgió a finales del siglo diecinueve con la fundación de la primera clínica psicológica. Si bien, en un principio, el objetivo fundamental de la psicología clínica no era otro que el de buscar los rasgos o factores que se producen a nivel interno en una persona y, conllevan el desarrollo de una condición psicopatológica. En este sentido, no se trataba de estudiar exclusivamente su propia condición, a su vez, se estudiaban los factores que controlan e intervienen en los comportamientos. Dentro de esta línea, la psicología se centró en estudiar lo anómalo en esos comportamientos, siendo su campo de acción desarrollado para tratar de explicar y resolver los problemas que afectan a esa persona.
Con el paso del tiempo, la psicología fue adquiriendo mayor protagonismo y cobro mayor relevancia, también en cuestiones de prevención del desarrollo de posibles enfermedades y patologías mentales. Gracias a la psicología se empezaron a desarrollar las diferentes técnicas que pueden evitar el desarrollo de las patologías mentales de mayor gravedad, valiéndose de herramientas y hábitos mentales saludables.
Actualmente, todos sabemos más o menos cual es la finalidad de un psicólogo o psicóloga y acudir a ellos está cada vez mejor visto, pues sabemos que pueden ayudar a resolver problemas de manera eficaz o, por lo menos brindar un apoyo emocional a las personas. En otras palabras, la psicología clínica se encarga de trabajar en la búsqueda de un diagnóstico y el consiguiente tratamiento de los diferentes trastornos emocionales, de personalidad o problemas de comportamiento.
Problemas emocionales como la depresión o la ansiedad, así como los problemas de comportamiento que se pueden padecer, como la hiperactividad, pueden encontrar herramientas y ayuda para su manejo, dentro de la psicología, una vez se han realizado los correspondientes diagnósticos.
A modo preventivo, la psicología puede ayudar enseñando a los pacientes estrategias para afrontar las situaciones complejas que crean malestar, habilidades sociales para manejar las diferentes situaciones a las que estamos expuestos o un mayor entendimiento y control sobre nuestras propias emociones.
En resumen, la psicología se encarga de estudiar las emociones y el efecto que ellas tienen en las personas. Por lo tanto, su finalidad es que las personas aprendan a conocerse a sí mismas para poder desarrollar de manera adecuada sus capacidades sociales y cognitivas.
Neuropsicología, más allá de las emociones
Como ya hemos visto, la psicología, se centra en las emociones de las personas. La neuropsicología, va un paso más allá y, tiene como objetivo principal estudiar el cerebro y la relación existente entre el mismo y la conducta de las personas. Es decir, como los problemas del cerebro como órgano, repercuten en nuestras emociones, cognición y conducta. Si la psicología se ocupa de las causas externas que influyen en estos aspectos, la neuropsicología se enfoca en las cusas internas. Para la neuropsicología, resulta igual de interesante un cerebro sano como uno que ha sufrido algún daño.
Siendo así, podemos decir que la neuropsicología es una disciplina científica que integra en si misma lo mejor de cada casa: neurología y psicología. Cabe señalar que la neurología se ocupa del estudio de todo lo relacionado con el sistema nervioso. Por lo tanto la neuropsicología, se encarga de estudiar la relación existente entre las distintas funciones cerebrales y la conducta de las personas. Esta rama de estudio ha experimentado un gran auge en las últimas décadas gracias a los grandes avances científicos que se han producido en los campos de la neurociencia, las ciencias de la conducta y todos los ámbitos en los cuales, la neuropsicología ha contribuido, como por ejemplo el tratamiento de diversas alteraciones de índole cerebral.
Dentro de las funciones que puede realizar un neuropsicólogo, encontramos la identificación, la descripción en detalle y la rehabilitación e intervención terapéutica de las diferentes alteraciones cognitivas y funcionales de la persona, así como exploran el alcance que tienen los efectos generados por las lesiones sufridas por el cerebro en cualquiera de las partes que componen el sistema nervioso central.
Los profesionales de esta rama de la psicología, intervienen en problemas derivados de los traumatismos, accidentes vasculares, el deterioro cognitivo natural debido a la edad o el deterioro de funciones cognitivas concretas como la atención, el lenguaje o las funciones ejecutivas.
Aun así, cualquier tipo de intervención neuropsicológica completa debe estar basada en la aplicación de otras terapias y técnicas con base y evidencia científica. Evidentemente estas intervenciones deben ser llevadas a cabo por profesionales convenientemente cualificados.
Por lo tanto, la neuropsicología, consiste en una rama de la neurociencia y una especialidad de la psicología que se encarga de estudiar los efectos que el sistema nervioso tiene sobre la conducta, las emociones e incluso, el pensamiento. Este estudio, se sustenta a su vez, sobre el estudio de los procesos de carácter neuropsicológico, la neurofisiología y la psicología cognitiva y conductual, tan utilizada en la actualidad.
Mediante la neuropsicología, se persigue realizar un exhaustivo estudio del cerebro con la finalidad de desarrollar un diagnóstico adecuado en las personas que han sufrido un daño cerebral o padecen algún tipo de disfunción, a partir del cual, desarrollar programas de intervención adaptados y adecuados. Este tipo de programas deben incluir aspectos enfocados a la rehabilitación o estimulación cognitiva con la única finalidad de lograr mejoras en el estado y bienestar de la persona.
Durante toda la historia de la humanidad, los estudios para conocer el cerebro y sus funciones, han sido llevados a cabo mediante diferentes mecanismos y técnicas y desde diferentes perspectivas. La finalidad de estos estudios era y es, poder comprender ese funcionamiento cerebral y poder controlar la propia conducta humana. Desde la mera observación en un laboratorio hasta la manipulación de áreas concretas del cerebro, pasando por trepanaciones de cráneo para liberar los malos espíritus, allá por el Neolítico hasta las lobotomías que se practicaban con gran soltura en el siglo XIX y XX para controlar a los pacientes. Estudios realizados desde la curiosidad y, porque no, la ambición por ejercer un control en las personas que, en la actualidad, siguen realizándose. Aunque por fortuna, desde otra perspectiva y mediante otra serie de técnicas más avanzadas, menos invasivas y con el objetivo de proporcionar bienestar en las personas y no de anularlas.
Todo esto, nos ha llevado al conocimiento de cuáles son los elementos fisiológicos que intervienen en cada momento concreto en el que se ejecuta una acción concreta: cuando nos emocionamos, recordamos, pensamos… Esta información, no solo muestra cómo funciona el cerebro, ayuda a la hora de saber cómo intervenir en las áreas afectadas. De esta manera, es posible descubrir cómo lograr que ante una pérdida cognitiva, se pueda actuar para mejorar el funcionamiento cerebral, e incluso, entender, anticipar, controlar y mejorar cierto tipo de conductas y aptitudes en cada persona.
En resumen, gracias a la neuropsicología, podemos ir un paso más allá de la psicología y reconocer problemas de carácter psicológico causados por problemas en el funcionamiento cerebral a consecuencia de diversas cuestiones fisiológicas. Se trata de dos enfoques diferentes que se complementan para conseguir mejoras en la conducta de las personas y que estas, gocen de un mayor bienestar.
