La mente es un instrumento poderoso. Tan poderoso, que nos hace ver y creer cosas que no están pasando en realidad, pero que a la vez somos capaces de sentir como si ocurriera ¿verdad? Y esto, tiene un trasfondo bueno y uno muy oscuro; no distinguir la imaginación de lo que es real puede hacernos a veces mucho daño.
La mayoría de trastornos que afectan a nuestra autoestima empiezan en nuestra mente; un comentario, una mirada o incluso nosotros mismos comparándonos con otras personas, somos capaces de crearnos un trauma o trastorno que condicione nuestro día a día de manera preocupante. Sin ir más lejos, los problemas alimenticios como la anorexia o la bulimia son problemas que van creciendo en nuestra mente debido a la percepción que tenemos de nosotros mismos y de nuestro cuerpo: la mente piensa que debemos ser más delgados, y nos obliga a sentirnos mal cuando comemos hasta el punto de querer vomitar todo aquello que ingerimos, lo que acaba poniéndonos enfermos como es lógico.
Sin embargo, estos trastornos son conocidos y tienen protocolos de actuación más reconocidos que otros, e incluso se consideran más graves. Pero, la realidad es que no llegamos a sentirnos mal con nuestro cuerpo y a ser anoréxicos o bulímicos de la noche a la mañana; hay un agravante que lo anima a desarrollarse, y este agravante se llama dismorfia corporal.
La dismorfia corporal es un trastorno severo que puede causar anorexia, bulimia y otros tantos trastornos relacionados con el descontento de nuestro cuerpo. Es importante conocer las señales, identificarlas y abordarlas lo antes posible, y eso es justo lo que vamos a hacer a continuación.
¿Qué es y qué señales presenta?
La dismorfia corporal, también conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno de salud mental en el cual una persona se enfoca obsesivamente en supuestas imperfecciones o defectos en su apariencia física. Los defectos que percibe la persona que la sufre pueden ser mínimos e inexistentes para los demás, mientras que en ella causan una gran ansiedad de forma frecuente.
Identificar a una persona que sufre dismorfia corporal no es fácil, ya que éstas tienden a negar que la sufren e intentan aparentar otra cosa para no llamar la atención. Sin embargo, hay algunas señales o síntomas que pueden ayudarnos a distinguir si alguien de nuestro entorno o conocido la sufre en silencio:
- Obsesión por sus “defectos”.
Presentan obsesión por uno o más defectos e imperfecciones relacionados con la apariencia física, los cuales pueden ser reales o imaginarios.
Una buena señal la encontramos cuando esa persona pasa demasiado tiempo examinando sus supuestos defectos en un espejo y se esfuerza por ocultarlos con maquillaje, ropa u otros métodos (como filtros de redes sociales).
- Poca interacción social.
Se exponen poco; evitan situaciones sociales o públicas a causa de la preocupación por su físico.
Asimismo, tampoco quieren salir en fotografías, hablar con otras personas, hacer amigos e incluso ir a trabajar o estudiar. Prefieren los estudios o trabajos a distancia.
- Tienen muy baja autoestima.
Estas personas tienen muy poca autoestima y se preocupan constantemente por su apariencia física. Lo peor es cuando se comparan con los demás, ya que esto les hace sentirse constantemente inferior a los demás.
- Siempre se preocupan por estar “mejor”.
Realizan repetidas visitas a dermatólogos, cirujanos plásticos u otros especialistas en un esfuerzo por corregir el defecto percibido, pero nunca encuentran una satisfacción real.
También se obsesionan por el deporte o la dieta.
- Suelen encontrarse mal, físicamente y emocionalmente.
Experimentan ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental como resultado de la preocupación por la apariencia.
¿Cómo puede tratarse?
Una vez hemos identificado las señales, lo mejor es abordar el problema, tal y como recomiendan los expertos de HAYA Psicólogos.
Afortunadamente existen terapias especializadas en tratar este tipo de trastornos, pero sin duda, la persona que la sufre necesitará ante todo comprensión, atención, paciencia y cariño. Entre todos los métodos para tratarla, destacamos los siguientes:
- Terapia cognitivo-conductual (TCC).
La TCC es el enfoque terapéutico más comúnmente utilizado para tratar la dismorfia corporal. Esta terapia ayuda a las personas a identificar y cambiar los pensamientos distorsionados y las creencias negativas sobre su físico; esto implica cuestionar sus ideas irracionales y ayudarles a desarrollar una percepción más realista de su cuerpo físico.
- Exposición y prevención de respuesta (ERP).
Este componente de la TCC implica exponer gradualmente a la persona a situaciones que desencadenan su ansiedad relacionada con la apariencia, mientras aprenden a resistir la necesidad de realizar comportamientos compulsivos, como mirarse en el espejo constantemente.
- Medicación.
En algunos casos, los médicos optan por recetar medicamentos como antidepresivos o ansiolíticos, para ayudar a controlar los síntomas de ansiedad, depresión u obsesión asociados con la dismorfia corporal.
- Apoyo emocional.
Como hemos mencionado anteriormente, el apoyo de amigos, familiares y grupos de apoyo puede ser crucial para las personas que padecen dismorfia corporal. Sentirse comprendido y respaldado ayuda a reducir el aislamiento y la vergüenza asociados con este trastorno, y es algo que debemos tener siempre en cuenta si queremos que la persona que lo sufre se sienta arropada y luche contra su trastorno.