Llevar brackets es un paso importante para conseguir la sonrisa que siempre has querido, pero es verdad que con ellos aparece una preocupación nueva: cómo mantener la boca limpia sin que la ortodoncia se convierta en un obstáculo. Al principio, todo parece un mundo. El cepillo ya no llega a todas partes, aparecen rincones que antes no existían y cada comida deja algún recuerdo escondido entre los alambres…
Pero, aunque al comienzo cueste adaptarse, la realidad es que no hay que vivirlo como una batalla constante. La higiene con brackets puede ser sencilla si se encuentra la rutina adecuada y se sabe cómo manejar las herramientas que ayudan a llegar donde el cepillo normal no alcanza. Y lo mejor es que, una vez que te acostumbras, mantener los dientes y el aparato limpios se convierte en algo automático.
El cepillado, un momento para hacerlo bien.
Con brackets, el cepillado dental cambia por completo. No se trata de dar unas pasadas rápidas y listo; hay que tomarse unos minutos para recorrer cada zona y asegurarse de que no queda nada entre los dientes y el aparato.
¿Cuál es la rutina ideal?
Primero, colocar el cepillo en un ángulo de unos 45 grados hacia la parte superior de los brackets para limpiar bien el borde donde el aparato se une al diente. Después, repetir el mismo gesto, pero hacia abajo, llegando al límite con la encía para arrastrar cualquier resto acumulado. A continuación, cepillar la superficie de masticación con movimientos cortos, repasando muela por muela, y no olvidarse de la parte interna de los dientes, que, aunque no tiene brackets, también acumula placa.
Para quienes necesitan un esquema más claro, la secuencia puede resumirse así:
- Parte superior de los brackets: inclinar el cepillo hacia abajo y limpiar de izquierda a derecha.
- Parte inferior de los brackets: inclinarlo hacia arriba para llegar al borde con la encía.
- Superficies de masticación: movimientos cortos y firmes sobre molares y premolares.
- Parte interna de los dientes: movimientos verticales, sobre todo en incisivos y caninos.
- Repaso interdental: con cepillos pequeños o seda especial para ortodoncia.
Al seguir este orden, la limpieza es más completa y no se dejan zonas olvidadas. Puede parecer largo, pero con unos días de práctica se hace casi de forma automática, y el tiempo que se invierte compensa la tranquilidad de saber que la boca está realmente limpia.
El cepillo que más ayuda.
No todos los cepillos se comportan igual con brackets. Los que tienen cerdas en forma de “V” facilitan el acceso a la zona del aparato, y los eléctricos con cabezales especiales para ortodoncia ayudan a arrastrar la placa con menos esfuerzo.
Además de este cepillo principal, merece la pena tener a mano cepillos interdentales, que son como pequeños limpiadores capaces de colarse entre alambres y brackets. Su uso es sencillo: se introducen con suavidad, sin forzar, y se mueven un par de veces para que la suciedad salga.
La seda dental y el irrigador.
Con ortodoncia, la seda dental deja de ser un simple accesorio y pasa a ser un complemento totalmente necesario. No se utiliza igual que sin ortodoncia, ya que hay que pasarla por debajo del alambre, pero existen versiones adaptadas con un extremo más rígido que facilita el trabajo.
Otra opción, muy apreciada por quienes tienen menos paciencia para el hilo, es el irrigador bucal. Este aparato lanza un chorro de agua que elimina restos y placa de zonas complicadas. No sustituye al cepillado, pero deja una sensación de limpieza muy agradable y, bien usado, reduce la inflamación de encías.
Pastas y enjuagues que ayudan en condiciones.
Para dejar bien limpia la zona de la ortodoncia, conviene que la pasta de dientes tenga flúor para fortalecer el esmalte y evitar esas manchas blancas que a veces aparecen cuando se retira la ortodoncia. Si las encías están más sensibles de lo normal, hay pastas suaves que alivian la irritación sin perder su función protectora.
En cuanto al colutorio, es mejor que sea sin alcohol para evitar sequedad e irritación. Los que contienen flúor son muy recomendables, sobre todo si se utilizan después del cepillado y del hilo dental, ya que así los componentes pueden llegar a todos los rincones y reforzar la limpieza.
Comer con brackets, otro tema a tratar.
La comida influye más de lo que uno se piensa en la higiene con ortodoncia. Hay alimentos que se convierten en enemigos claros: caramelos duros, pan de corteza gruesa, frutos secos enteros o cualquier cosa pegajosa que se quede atrapada entre brackets y dientes. Además de dificultar la limpieza, pueden dañar el aparato.
Reducir los dulces y bebidas azucaradas también es importante, porque favorecen la aparición de caries y erosionan el esmalte. En cambio, elegir comidas más blandas y fáciles de masticar, como verduras cocidas, frutas suaves o pescados, facilita el cepillado posterior y reduce la probabilidad de que algo se quede incrustado.
Revisiones y apoyo del dentista.
Por mucho cuidado que se tenga en casa, las visitas al dentista son imprescindibles. No se trata solo de ajustar el aparato, sino de revisar que no haya problemas ocultos y orientar sobre cómo mejorar la limpieza. En cada cita se detectan pequeños signos de desgaste o inflamación que, si se tratan a tiempo, no van a más.
En la Clínica Dental de Madrid Cipem, insisten en la importancia del seguimiento del tratamiento, ya que incluye consejos adaptados a la forma de cepillarse de cada persona y la comprobación de que las encías y los dientes estén en buen estado durante todo el proceso.
Mantener la limpieza cuando no estás en casa.
Quien lleva brackets y pasa muchas horas fuera sabe lo incómodo que puede ser notar restos de comida atrapados. Por eso, llevar un pequeño kit de limpieza en la mochila o el bolso es casi una salvación:
Un cepillo plegable, un tubo pequeño de pasta, un par de cepillos interdentales y, si se puede, un poco de seda dental hacen que cualquier comida fuera de casa no termine en incomodidad.
Y para cuando no hay posibilidad de cepillarse, enjuagarse con agua y moverla bien por toda la boca ayuda a reducir la acidez y a eliminar lo más visible hasta llegar a un lugar donde poder hacer la limpieza completa.
Señales que conviene no pasar por alto.
Durante el tratamiento, pueden aparecer señales de que algo no va bien: sangrado de encías que no mejora, mal aliento constante, manchas alrededor de los brackets o molestias que no se explican por los ajustes habituales.
En estos casos, es mejor no esperar a la siguiente revisión programada y pedir cita cuanto antes. Cuanto más rápido se actúe, más fácil será evitar que el problema afecte al resultado final.
Consecuencias de no seguir una rutina de limpieza.
Si no se limpian ni se cuidan bien, podemos enfrentar una serie de consecuencias de salud y estéticas, además de no estar cuidando bien una inversión económica que no es barata:
- Caries durante el tratamiento.
Cuando los restos de comida y la placa se acumulan alrededor de los brackets, las bacterias generan ácidos que desgastan el esmalte. Reparar una caries con ortodoncia es más complicado y, en algunos casos, puede incluso retrasar el avance del tratamiento.
- Manchas blancas permanentes.
La descalcificación del esmalte deja cercos claros alrededor de los brackets. En ocasiones pueden mejorar, pero muchas veces permanecen visibles incluso después de retirar la ortodoncia, arruinando el resultado estético esperado.
3. Encías inflamadas o sangrantes.
La placa bacteriana también afecta a las encías, provocando inflamación, enrojecimiento y sangrado. Si la situación avanza, puede derivar en problemas más serios como la gingivitis o, en casos extremos, la periodontitis.
4. Mal aliento persistente.
El exceso de bacterias y restos atrapados en el aparato favorece la halitosis. Más allá de la incomodidad social, es una señal de que algo no va bien en la limpieza diaria.
5. Tratamiento más largo y resultados peores.
Las complicaciones derivadas de una mala higiene pueden obligar a hacer pausas, ajustes adicionales o incluso a prolongar la duración del tratamiento, con un resultado final menos satisfactorio tanto en salud como en estética.
El momento de quitarlos.
El día que se retiran los brackets suele ser inolvidable. Si durante el tratamiento se ha cuidado la higiene, lo que aparece al quitarlos es una sonrisa limpia, uniforme y sin manchas. Después de retirarlos, el dentista suele recomendar una limpieza profesional y, en la mayoría de los casos, colocar retenedores. Estos también requieren cuidados, aunque su limpieza es más sencilla que la de la ortodoncia fija.
Aquí lo hemos podido comprobar en tiempo real: pasar por un tratamiento de brackets no tiene por qué ir acompañado de caries, encías inflamadas o manchas antiestéticas. Con pequeños hábitos, constancia y las herramientas adecuadas, se puede vivir esta etapa con comodidad y sin sobresaltos. Y cuando llegue el momento de lucir la nueva sonrisa, la satisfacción será doble: dientes rectos y sanos, resultado de meses de cuidado que habrán merecido la pena.




