A medida que nos vamos haciendo mayores y se acerca la jubilación, las personas solemos mostrar un mayor interés por el cuidado personal propio y el mantenimiento de la salud, cuestiones de las que quizá pasamos un poco más cuando somos jóvenes y no tenemos tanto peligro de caer enfermos. Conservar un estado de salud óptimo es algo que depende de una buena nómina de factores y del cuidado de todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo, incluyendo la que es la protagonista de este artículo: la salud dental.
La pandemia del covid lo ha cambiado todo. Nos hemos dado cuenta de que hay que cuidar a nuestros mayores, que muchas veces están indefensos y olvidados por nosotros. Una generación que nos ha dado todo y que ahora nos pide muy poco. Quizás solo tiempo. Sin embargo, el maldito estrés de esta nueva sociedad provoca que nos olvidemos de ellos. Tarde o temprano, en la vida hay una decisión que tienes que tomar.
En nuestro país, un porcentaje muy amplio de personas de la tercera edad son, por unas circunstancias u otras, dependientes como resultado de un proceso biológico y natural de envejecimiento, en unos casos a nivel físico con problemas degenerativos derivados de trastornos óseos o musculares, en otros casos a nivel cognitivo e intelectual tras el diagnóstico de enfermedades como el Alzhéimer o una demencia senil e incluso puede suceder que en determinados pacientes se unan todas estas dolencias.