Después de unos meses en que los niños han disfrutado de momentos de libertad total gracias a las vacaciones, merece la pena pararse un momento a pensar sobre el tipo de regalos que hacemos a los niños. Aunque esto puede resultar un poco raro, vamos a entrar de lleno en un tema polémico.
Los niños de hoy en día destacan por crecer en una sociedad que tecnológicamente esta ultradesarrollada. Una prueba de ello es hacer uso de la memoria, y intentar recordar si cuando nosotros eramos niños teníamos una manera para contactar con otra persona desde casa y sin esfuerzo. O simplemente, recuerda que tú viviste las cabinas de teléfono y hoy son una reliquia.
Pues bien, que los niños vivan en una sociedad muy desarrollada tecnológicamente supone que los juguetes para niños aplican esas tecnologías. Esto es algo muy positivo cuándo esta tecnología se usa con motivos didácticos, es decir, para enseñar. Pero no es tan positivo cuando esta tecnología crea unos hábitos de vida que no ayudan al día a día del niño.
Esto último es algo lógico y normal, pero en realidad no se le presta mucha atención, ya que los adultos estamos tan liados con nuestros asuntos que muchas veces ni nos ponemos a pensar en si es beneficioso o no. Por esto último hay que pensar bien los regalos que se hacen a los niños, ya sea durante las navidades o en otras fiestas.
Tampoco hay que llegar a negar a la niña o al niño un regalo que desea por el simple hecho de que no es productivo para su desarrollo, porque esto hace que le quitemos la ilusión a los niños, y eso es algo que como padres no podemos permitirnos. Utilizar técnicas para regalar de todo es clave.
Una de estas técnicas es elegir regalos que convenzan a los niños y a los padres, como por ejemplo, elegir regalos que quiera el niño, regalos que necesite (como ropa) y regalos que le sean productivos, como por ejemplo los libros. Además, los libros ayudan al desarrollo intelectual debido a que fomenta la actividad cerebral, tal y como veremos a continuación.
Las evidencias científicas lo confirman
Científicos del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati, Estados Unidos, hallaron evidencia -a través de resonancia magnética- de que los niños de entre tres y cinco años a quienes sus padres les leen desde pequeños, mantienen, cuando escuchan un cuento, una actividad cerebral diferente a aquellos a quienes no les leen.
«Estamos muy contentos de poder mostrar, por primera vez, que la exposición a la lectura durante el periodo previo a la escolarización, fundamental de desarrollo, parece tener un significativo y mensurable impacto en cómo los niños procesan los cuentos», señaló John Hutton, director del estudio.
Y destacó la importancia de las áreas del cerebro que proyectan las imágenes mentales, dado que «ayudan al niño a ‘ver la historia’ a través de imágenes, afirmando el invaluable papel de la imaginación». Y cuanto mayor era el nivel de lectura de parte de los adultos hacia los niños, más actividad mostraban estos en los lóbulos parietales del cerebro, los encargados de dar significado al lenguaje. Es decir, de entender lo que escuchan.
Un dato más: a los niños pequeños les encanta que les cuenten una y otra vez los mismos cuentos, y esto es algo que les ayuda a acelerar la adquisición de vocabulario. Así lo comprobó un trabajo realizado por científicos británicos y publicado en 2011: una palabra nueva fue recordada mejor por niños que la habían oído en un cuento repetido muchas veces, que por niños que la habían oído el mismo número de veces pero en cuentos diferentes.
Por tanto, los niños deben leer libros, y no hay excusa alguna a la hora de elegir el género o la temática, ya que existen una gran multitud de libros gracias a editoriales como Ediciones Aljibe, una editorial referente en publicaciones de temática educativa, especialmente en la atención a las Necesidades Educativas Especiales.