Cuando acudimos al dentista para realizar una limpieza dental, este puede recomendar una limpieza simple o un curetaje. Término que suele intimidar al paciente. Ambos tratamientos tienen como finalidad el mismo objetivo: mantener la boca sana, limpia y libre de la placa y sus temibles consecuencias. La diferencia entre las dos, estriba, fundamentalmente en la zona implicada. Así, la limpieza, se centra en la parte superior de los dientes, los espacios interdentales y la línea de la encía. En tanto que el curetaje, va un paso más allá, implicando la limpieza de la zona del periodonto.
Los profesionales del sector de Sigma Dental, han resuelto nuestras dudas respecto a ambos tratamientos. La recomendación de los expertos es realizar una limpieza profesional una o dos veces al año, a razón de la calidad de higiene bucal particular de cada uno. Con una limpieza simple, ya estamos previniendo gingivitis y periodontitis, además de eliminar las manchas producidas por la ingesta de algunos alimentos y otros agentes externos.
Para realizar el curetaje, según criterios hay que señalar, hay que padecer una enfermedad periodontal. Es algo habitual que los odontólogos, detecten la existencia de bolsas periodontales en el momento de ir a realizar una limpieza simple o cualquier otro tratamiento. Las bolsas periodontales, son acumulaciones de placa bajo la línea de las encías. Estas acumulaciones, pueden llegar a la raíz, producir inflamación y sangrado de las encías y afectar de forma irreversible las estructuras del diente. Lo malo de este proceso es que puede desencadenarse sin producir síntomas hasta que el daño es patente.
En estos casos, el curetaje es el tratamiento más adecuado. Por ello, vamos a hablar de sus beneficios y cuidados posteriores a su realización. La enfermedad periodontal es una de las patologías más comunes en la actualidad y el curetaje el tratamiento más eficaz para eliminar el sarro que la provoca.
La limpieza se suele realizar con ultrasonidos que levantan todo el sarro acumulado, para posteriormente, alisar el sarro pegado a las raíces, con ayuda de las curetas. Una vez realizado este paso, se pasa un láser de diodo por toda la zona, con objeto de cauterizar las encías y se aplica un gel de clorhexidina para facilitar la recuperación de las mismas.
Gracias a la láser de diodo, las células son estimuladas de manera que reaccionan de forma adecuada durante los procesos inflamatorios y de dolor. De este modo, no se provoca el corte o la destrucción de los tejidos.
Una vez te han hecho el curetaje, existen unas pautas de mantenimiento en casa. Habitualmente, se trata de unas pautas genéricas a mantener durante quince días, no obstante, será el propio odontólogo, encargado del tratamiento, quien indique la necesidad exacta y el tiempo de duración.
Estos tres pasos, deben realizarse todos los días tras ingerir alimento o líquido, así se evita el contacto prolongado de los restos con la encía.
- Cepillado manual muy intenso.
- Enjuague bucal con clorhexidina durante veinte segundos.
- Aplicar gel de clorhexidina en la zona entre dientes y encía.
La duración del tratamiento propiamente dicho, puede variar notablemente de un paciente a otro. Hay que tener en cuenta la complejidad de cada caso, la profundidad de la placa bajo la encía y el abordaje del propio profesional. Así como las zonas a tratar, ya que los curetajes, se realizan por secciones. Es decir, si una sección de la boca, no muestra signos de periodontitis, es posible que no se realice en ella el tratamiento.
Y después… ¿qué?
Tras el curetaje es normal sentir una serie de molestias o dolor, aunque generalmente, gracias a los avances en los tratamientos y la utilización del láser, esas molestias se minimizan totalmente. No es necesaria la aplicación de anestesia, aunque si el paciente lo requiere puede utilizarse anestesia local.
Una vez finalizado el tratamiento, la superficie de las raíces, puede quedar más expuesta al desaparecer la inflamación. Esto puede generar la aparición de más espacio interdental.
Al disminuir la inflamación de los tejidos existente con anterioridad al curetaje, puede producirse movilidad de los dientes. Así mismo, puede aparecer una mayor sensibilidad de los dientes, frente a los cambios de temperatura de los alimentos o la ingesta de dulce. Esta sensibilidad, suele durar unos tres días tras ser realizado el tratamiento. Para mitigarlas, el especialista recomendará productos desensibilizantes.
No hay que asustarse ante la aparición de sangrado. Es muy habitual que ocurra durante el cepillado en los primeros días, pero desaparecerá de forma gradual.
Algunas recomendaciones más, en el caso de que el curetaje se haya realizado bajo anestesia local, es evitar masticar comida hasta recuperar totalmente la sensibilidad bucal. De no ser así, es fácil morderse la lengua o la parte interior de las mejillas.
Si las encías se encuentran sensibles, realizar el cepillado de manera suave para no dañarlas. Es muy acertado enjuagarse con un colutorio aséptico durante diez o quince días.
No conviene fumar hasta al menos cuarenta y ocho horas después de practicado el tratamiento. El tabaco es uno de los peores enemigos de encías y dientes. Los fumadores son más propensos a sufrir infecciones en las encías, por lo que tras el tratamiento, las zonas son más sensibles de lo habitual y se hayan más expuestas a los microorganismos. Evitar fumar al menos durante dos días, evitará que las sustancias toxicas del humo, hagan mella en las encías.
Siguiendo las recomendaciones de higiene por parte del profesional de la odontología y llevando un buen mantenimiento del mismo, la necesidad de repetir el curetaje será nula. Aunque cada paciente es un mundo y las condiciones especificas de cada uno pueden ser proclives a la necesidad de su repetición en el tiempo. Para eso, las revisiones periódicas sirven como claro indicador de su necesidad.
Como no paran de decir los profesionales del sector, la mejor manera de evitar el desarrollo de las enfermedades bucales, es la prevención. El desarrollo y posterior mantenimiento de una buena rutina diaria de higiene, es fundamental. Acudir de forma periódica a las revisiones del dentista, también.